Los juicios rápidos se han puesto tan de moda en los últimos tiempos que han inducido a falsas creencias generalizadas e incluso a confundirlo con los juicios por delitos leves que, ya te adelantamos, no tienen nada qué ver. Si no tienes muy claro cuál es el procedimiento de un juicio rápido, cómo funciona y otras claves, sigue leyendo porque te lo contamos.
Un juicio rápido es un procedimiento penal realizado en el estado español que tiene como objeto resolver ciertos delitos de forma más ágil y abreviada que un juicio ordinario. De hecho su existencia tiene como origen agilizar la respuesta del organismo judicial ante la saturación de los tribunales. En un juicio rápido se juzgan delitos leves y menos graves y por supuesto, su resolución es mucho más corta que un juicio estándar.
Pero, ¿cómo de rápido es un juicio rápido? Según la ley, el acusado debe comparecer en un plazo máximo de 72 horas desde su detención y el juicio deberá tener lugar en los 15 días posteriores a esa comparecencia. Esto también tiene sus desventajas. Sin ir más lejos, el tiempo de preparación para el abogado es lógicamente muy inferior, lo que supone un agravio para la defensa.
El procedimiento de un juicio rápido se divide en cuatro fases: primero se produce la presentación del atestado policial, un documento que llega al juzgado de guardia de la mano de la propia policía. Después se lleva a cabo la citación del acusado y, dentro del plazo anteriormente mencionado, tiene lugar el juicio donde ambas partas proporcionarán sus testimonios y las pruebas que estimen pertinentes. Finalmente llega la sentencia, que podrá ser recurrida mediante una apelación a la Audiencia provincial en un plazo de 10 días tras su notificación.
Respondiendo a una de las grandes dudas suscitadas entre el juicio rápido y un juicio por delito leve, entre sus principales diferencias está el origen: mientras que en un juicio rápido será el atestado policial, en el segundo caso llegará con una querella.
Portada | Foto de KATRIN BOLOVTSOVA en Pexels